martes, 7 de diciembre de 2021

Amores platónicos



Hace tiempo que tengo ganas de escribir sobre tí, pero no sé por donde empezar, entonces empezaré por el primer recuerdo que tengo sobre tí, aquella noche que salimos y regresamos en un taxi a mi casa, esperaste a que entrara, una cortina de lluvia antecedía mi puerta, después de haber salido contigo y escuchar la lluvia me dormí de inmediato, mas no pasó lo mismo contigo, tenías insomnio. 

Ha pasado ya tiempo después de eso, muchos años, si te vería sé que me ignorarías, sé que yo me paralizaría, pero te ahorraría el trabajo de evadirme, saldría yo primera silenciosamente, entonces no te diré hola, no miraré tus hermosos ojos marrones, tus risos, ni escucharé tu voz, porque ya no soy la chica que te encontró a la salida de la Universidad, que a pesar de que te dijo hola pasaste de frente, a esa chica enamorada no le importó el desplante, se fue, te toco el hombro y te dijo hola cómo estás, y no te quedó otra que saludarla, luego de caminar juntos cerca a la universidad te pidió de tu cigarro, es lo más cerca que he estado de tu boca. Después dijiste que me esperarías cuando fui al baño y al regresar no estabas más, entonces monté la moto de tu amigo que me dejó cerca a mi destino. 

Recuerdo cuando fui a Lima y conocí Sargento Pimienta, regrese emocionada queriendo poner en Cajamarca un bar similar, entonces pensé en alguien con quién podría materializar este deseo, y pensé en tí, un chico de carácter fuerte, que además me gustaba mucho, vaya detalle, siempre hay una primera vez y yo dí el primer paso, tal vez queriendo ser solo tu amiga y tratando de ocultar que me gustabas tanto, puedo tener cerca a un chico que me gusta y respetar una relación que no tiene ni pies ni cabeza pensé. Cumpliste, le diste tu escencia al bar, y no pude evitar sentir tu ausencia, recordar cuando pintamos un poco las paredes, tus ideas del escenario, las mesas, las sillas, los focos; las reuniones en el bar a las que ibas acompañado por tu hermano, quien bebió una copa de pisco para el frío. Las reuniones en la plaza por la noche, cuando decías que yo no tenía frío, que me abrigaba bien, las reuniones en la plaza por la mañana cuando me invitaste un lopetin, y otra noche por qué no, tú una cerveza y yo una taza de chocolate. 

Demás está decir que me enamoré de tí, se persive desde la primera línea, me enamoré de las fotos que me contaste que habías fotografiado,  de los momentos que captarías, de tu forma peculiar de hablar y autodominarte zorro viejo, de la historia detrás de una canción que compartiste; y quiero que sepas que no sólo di el primer paso inconscientemente, lo dí mucho antes cuando me acerque a hablarte y te dije que daría una fiesta para mi cumpleaños, cuando curzaba los primeros ciclos de la universidad. Y hay más, pude amarte después de todos estos años que pasaron, no de la forma romántica que siempre lo hice, me comí una gomita con marihuana y otras cosas, entonces me acaricié y te ame. 

Sé que fallé, sé que me fallaste, sé que todo está bien porque pedí disculpas, el meollo de esta historia está en que yo después de estar contigo dormía bien, tú tenías insomnio y no quisite desvelarte conmigo, ni que te lo quitara.



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