martes, 27 de octubre de 2020

Internet y otros malestares (Niños)



Todo empezó cuando tenía 14 años. me fui a una cabina de internet y me cree un correo en hotmail, solía ir a esas cabinas de internet a revisar mi correo, chatear por msn, ver vídeos musicales en youtube, jugar Hercules, Tarzan, GumBall, en ocasiones Counter y buscar mis trabajos en google, en ese entonces la media hora costaba s/. 1.00 y la hora s/2.00, era afortunada en aquel tiempo la persona que se pedía una hora.  

Éramos niños haciendo sus tareas, jugando y relacionándonos con personas a través de un chat, que a veces terminaba en ilusión con otra persona.


Luego el internet se hizo más necesario, llegó a nuestras casas, para ese entonces jugábamos snake en nuestros celulares que también iban avanzando rápidamente, tener un modelo pequeño era genial, si tu celular tenía cámara de inmediato todo el colegio se enteraba.  


A los 19 años mientras estudiaba a veces trabajaba en las cabinas de mi tía Elizabet y mi tío Walter, podía ver la adicción de los niños y niñas al internet, no todos, algunos venían con su 0.50 céntimos y se apresuraban por hacer sus tareas, a veces les faltaba el tiempo, otros calculaban que les alcance el dinero para poder hacer sus trabajos e imprimir; por supuesto habían otros niños que iban a hacer su trabajo, imprimían, y luego se compraban alguna golosina o gaseosa.


También estaban los universitarios que querían que tipee sus trabajos, algo que casi nunca aceptaba porque el trabajo era demandante, a veces se llenaban las cabinas y me volvía loca entre sacar las copias, dar tiempo en una cabina, imprimir, vender un chocolate, hacer una recarga para el celular, cobrar el recibo de agua  y además hacer mis propios trabajos de universitaria.


Debo confesar que cuando los niños eran conscientes y estaban haciendo sus trabajos y les faltaba dinero, les daba algo más de tiempo y no les cobraba, lo cual asumo no era bueno para el negocio, soy consciente de que generaba algunas pérdidas para el internet de mi tía. Pero ella lo entenderá, tiene un gran corazón y es maestra.


Es bueno hacer esta catarsis y contar este secreto, que me lleva a la reflexión, indignación y me causa tristeza porque estamos en el año 2020, un año de pandemia, en el que el internet se ha convertido muy necesario, además me entero que en mi país, Perú, el servicio de internet es lento (una porquería), que a pesar de que supuestamente no se puede cortar el servicio de internet, lo cortan, y no cubre la demanda de conexión.


Es triste comparar realidades, cuando sé que en las calles de países desarrollados el internet es gratis, sin embargo me reconforta saber que hay maestros comprometidos con el futuro de los niños y cruzan un cerro si es necesario; me reconforta.

Pero existe una multinacional que se llena los bolsillos, le debe impuestos al Estado y hace lo que quiere, es un trago amargo que no debemos aceptar, que no se debe volver añejo. 


Angela Espino de la Cruz



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